De las murallas que rodeaban la villa, sólo se conservan algunos fragmentos de los lienzos de la primera cerca, destacando el que arranca desde la barrera del castillo por su parte Norte con una longitud de 20 metros que es el mejor conservado.
También se mantienen en pie un par de cubos semicirculares de gran altura que fueron adosados a la misma por su parte externa.
A finales del siglo XIII existió un primer recinto, conocido como Cerca Vieja o Alcerca, que posteriormente fue ampliado comunicando con la Cerca Nueva a través de la puerta de Alconada o Ntra. Sra. de la Cerca, que se abría a la plaza del Caño. Estaba formada por dos cubos unidos por un arco que en su parte superior tenía una capilla dedicada a Ntra. Sra. de Alconada, patrona de la localidad. Se mantuvo en pie al menos hasta 1845.
Este primer recinto tenía además otras dos puertas, una que daba acceso a la calle Piñuela y la del Duque que no se vio afectada por la ampliación de la muralla.
Durante la Guerra de las Comunidades el ejército de Padilla y Acuña asaltan la villa con abundante artillería, rompiendo los muros de ambas cercas, antes de dirigirse contra la fortaleza. La población pagó la cantidad de 750.000 maravedís con el fin de evitar el saqueo por parte de las tropas.
A primeros de febrero de 1588 el Concejo realizó una visita de inspección a las cercas y murallas mandando cerrar varios portillos, reparar varios agujeros, así como calzar y levantar un tozo de lienzo derribado. Ese mismo año prohíbe la extracción de tierra de los cimientos de la cerca y marca una franja de protección de 15 metros a su alrededor.
Se abrían seis puertas al exterior de la muralla que recibían los nombre de Valdemoradillo o Moradillo, Ejido o Exido, del Conde, de Prado, Nueva y Caldelatorre.
La de Moradillo se situaba al final de la calle del mismo nombre, en su parte más alta, tenía en su parte superior una imagen de la Virgen.
Se emplazaba la puerta de Ejido próxima a la entrada en el pueblo del arroyo del Agua, a la que también se menciona en alguna ocasión como Sidro o Isidro. Sirvió para controlar la leña extraída del monte del Concejo, ya que debían pasar por ella para entrar en la villa y pagar una pequeña cantidad dependiendo de la carga.
En la cerca vieja se abría la puerta del Conde situada entre los dos cubos de la muralla que aún se conservan, que permitía la salida en dirección a Valoria y al camino de Valdecarros.
La puerta de Prado se encontraba en la calle del mismo nombre, que en el siglo XVIII pasa a denominarse de los Yeseros. El calificativo venía de los pradillos situados a las afueras. En 1666 fue demolida y sus piedras se usaron para cercar el antiguo cementerio ubicado junto a la iglesia de San Miguel.
Recibe el nombre de Puerta Nueva la situada al final de la calle Reoyo. Abierta a finales del siglo XV fue costeada por los vecinos de la calle. Tenía una capilla dedicada a Nuestra Señora de la Paz.
La última de las puertas, la de Caldelatorre, se ubicaba al final de la calle de la Torre, en dirección a Torremormojón. En esta calle estuvo ubicado el hospital del Espíritu Santo y tubo hornos de yeso situados a la izquierda, al final de su recorrido. La puerta contó asimismo con una capilla situada en la parte superior consagrada a Nuestra Señora.
A lo largo de su historia contó con varios portillos. Además de los diez que se mandan cegar en 1588, se sabe de la existencia en el siglo XVII de uno situado al final de la calle Motilla conocido como El Portillo del Estanque.
La población se encontraba dividida en cuadrillas (similar a los distritos), tanto para la recaudación de impuestos, confección del padrón de habitantes o prestación de servicios comunes, entre los que se encontraba la reparación de la cerca. A mediados del XVI se conoce la existencia de las de Reoyo, Cal de la Torre, Caballeros, Hospital, Don Bueso, Prado, Santiago, San Martín, Requexada y Cerca Vieja.
Parte de la piedra de la antigua muralla se reutilizó para la construcción en 1834 del nuevo cementerio.